Una de las características que tiene internet, es que todos podemos formar parte de ello, no sólo como espectadores sino también como protagonistas, es decir, recibimos información y también la difundimos.
Entre todos los medios de comunicación, blogs y demás plataformas del sector cuya labor es informar, existe un campo específico que también se dedica a comunicar, pero de otra manera: las redes sociales.
Todos, o casi todos, tenemos creado un perfil en, al menos, una red social y aunque no lo utilicemos todos con la misma fuerza, siempre terminamos compartiendo información pública y/o privada. Pero nunca hay que olvidar que son escenarios públicos y que todo lo que digas quedará grabado para siempre.
Con la libertad de expresión nos creemos libres de pecado a la hora de publicar nuestras opiniones, pero eso no es así, además de la libertad de expresión, existe el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen (art. 18.1 de la Constitución española) que ampara a todas las personas.
Con lo cual, si a alguien le da por insultar, hablar mal, difamar o nombrar a otro con malas intenciones, que sepa que corre el riesgo de ser denunciado. No hay más que ver algunos ejemplos reales cuyos tuits o publicaciones les han metido en problemas.
El último caso y uno de los más resonados es el del guionista ex-concejal Guillermo Zapata, cuyos polémicos tuits le obligaron a tomar la decisión sobre su dimisión, aunque no hace falta que sean temas políticos, puede pasarle a cualquiera que falte al respeto a otra persona de manera pública y ofensiva.
Por ejemplo, durante la última final de la Copa del Rey, disputada entre el F.C Barcelona y el Athletic club, miles de tuiteros fueron denunciados a causa de sus mensajes amenazadores hacia los miembros del equipo catalán y sus seguidores: «Xavi se podría morir […]» es lo más light que dijeron algunos de estos usuarios de la red social.
Estos casos son más polémicos que muchos otros, no sólo por su repercusión social, sino también por la gravedad de su contenido, pero eso no quiere decir que si insultamos a alguien sin que sea un comentario tan extremista, no vaya a causar dolor, así que es mejor evitarlo.
También es verdad que quien pone la denuncia no tiene la última palabra, es sólo el primer paso antes de juzgar realmente si has sido o no legal. Pero si te lo puedes ahorrar, mejor, ya que no es la ley la única que juzga y crearse mala reputación en las redes no es ir por el buen camino.
¿Quieres un consejo? publica información relevante sin molestar a nadie, realiza quejas constructivas y realistas sin faltar, si lo haces, atente a las consecuencias.